Sin lugar a dudas, nadie esperaba el alcance de esta crisis, y aún hoy deja grandes interrogantes en los mercados.
Esa segunda ola que todos tememos se vuelve cada día más y más tangible. Y, mientras muchas empresas intentan recuperarse del golpe, aquellas que aprendieron a ser flexibles y a cambiar han logrado sobrevivir e incluso obtener una ventaja competitiva sobre el resto, y la tecnología ha jugado un papel clave en todo esto.
En la nueva normalidad, “resiliencia” es mucho más
«Resiliencia» es un concepto familiar en TI que se refiere a la capacidad de una red o un sistema para adaptarse a los cambios y proteger a la empresa y a sus clientes ante desastres o interrupciones estándar. Sin embargo, cuando se trata de un desastre de enormes proporciones a nivel mundial, como es el caso de la Covid-19, esto no es suficiente. Las organizaciones no pueden volver al mismo punto en el que estaban antes de que comenzara la crisis. Deben cambiar, y rápido, si quieren sobrevivir y destacar en sus mercados.
En la era post-COVID, las empresas deben reinventarse y acelerar sus actividades digitales. Los fabricantes, que por lo general vendían sus productos sobre todo a través de las tiendas, han cambiado drásticamente su política de distribución. Y, del mismo modo, numerosas administraciones como Educación, Sanidad o Economía han modernizado su forma de trabajar y se han volcado en construir un mundo telemático. Incluso organizaciones más “tradicionales”, como bancos, aseguradoras o servicios de salud, han aprendido a cerrar sus instalaciones y operar en modo teletrabajo, y han comenzado a comercializar sus servicios a través de apps avanzadas y servicios online.
La crisis de Covid-19 es tan profunda y generalizada que aún se desconoce si tiene una fecha de caducidad, y cuándo ocurrirá. La clave radicará en la capacidad de cambiar, de transformar los modelos de negocio y de prepararse ya mismo para posibles nuevas situaciones como la que acabamos de vivir.
¿Cómo proporcionar esta “nueva” resiliencia a la empresa?
A fin de aportar a la empresa la capacidad de cambiar y adaptarse a esta nueva normalidad, los departamentos de TI deben proporcionar flexibilidad, y esa flexibilidad puede expresarse de dos maneras:
- Tecnología On-demand: Aquellos proveedores de infraestructuras que realmente escuchan a sus clientes han optado por ofrecer nuevos modelos On Demand, (esto es, pagar en función de lo que se consume). En el campo del almacenamiento, esto permite prepararse para el cambio con la capacidad de aumentar y disminuir los volúmenes de datos según sea necesario. De esta forma, pueden lanzar nuevas iniciativas y responder a los cambios del mercado sin tener que pasar por largos y costosos procesos de adquisición.
La provisión de almacenamiento bajo demanda ha supuesto un soplo de aire fresco para muchas empresas que luchan cada día por satisfacer las necesidades de su organización y ayudar a que sobreviva, ya que no pueden abordar costosas implementaciones on-premises o afrontar ingentes inversiones en almacenamiento en la nube.
- Reducción del acceso físico del personal al centro de datos: la crisis de Covid-19 ha elevado la importancia de gestionar el centro de datos del modo más limitado En el campo del almacenamiento, será esencial, por ejemplo, minimizar el número de veces que se requiere acceder físicamente el centro de datos en operaciones de reparación. La alta redundancia (N+2 o superior es el estándar aceptado en la actualidad) permite hacer frente a cualquier tipo de interrupción, aportando la capacidad de recopilar información sobre los fallos y programar su reparación en diferido, de forma que el negocio no entre en fase de emergencia.
En definitiva, la capacidad de recuperación debe permitir no solo que los negocios vuelvan a funcionar como antes de la crisis, sino que puedan cambiar y hacer frente a un escenario impredecible cuya fecha límite desconocemos. Las empresas que tienen este nivel de resiliencia contarán con una importante ventaja, seguirán siendo flexibles y podrán cambiar a medida que cambien los mercados en los que operan. Los proveedores de tecnología, por su parte, habrán de permitir modelos flexibles de consumo, lo que les permitirá llevar innovación al mercado y también lidiar con las limitaciones físicas.