Estamos viviendo la segunda revolución cuántica, que hará posible grandes avances tecnológicos disruptivos, algunos de ellos incluso inimaginables en estos momentos, que tendrán gran impacto para la humanidad a través de su aplicación en la informática, la metrología, simulaciones, la criptografía y las telecomunicaciones. Y en gran medida, esos avances estarán relacionados con la potencial capacidad y velocidad de procesamiento de los ordenadores cuánticos, capaces de resolver complejos problemas computacionales en fracciones de tiempo muy pequeñas en comparación con los años que necesitarían los superordenadores clásicos más potentes para procesar la misma información.
Gracias a estos avances tecnológicos, en relativamente poco tiempo seremos testigos de cambios profundos en la medicina, las comunicaciones, la seguridad de los datos digitales, las predicciones del tiempo, económicas, la inteligencia artificial, las simulaciones, etc.
A tenor con estas perspectivas, la carrera por el liderazgo cuántico está en pleno apogeo a nivel mundial, participando en la misma tanto gigantes empresariales, medianas y pequeñas empresas, entre las que destacan en cualquier listado IBM, Google, Microsoft, Intel, Toshiba, NTT, Honeywell, D-Wave Solutions, Alibaba Quantum Computing, Lockheed Martin, Rigetti, AWS, Atos, Zapata Computing y un creciente número de empresas. Hardware cuántico, dispositivos cuánticos, software cuántico de todo tipo, internet cuántico… Nada queda fuera de la revolución de la computación cuántica.
Pero la carrera por el liderazgo cuántico mundial no se limita al mundo empresarial, también transcurre entre Estados, entre los que sobresalen los países que han establecido grandes programas nacionales dotados con presupuestos multimillonarios, entre los que destacan Estados Unidos, China, la Unión Europea (y en particular Alemania y Países Bajos con millonarias inversiones propias), Reino Unido, Rusia, Canadá, Japón, India, Corea del Sur, Australia, Israel, entre otros. Cada programa nacional cuántico cuenta con sus propios objetivos y enormes presupuestos, sin embargo, tienen en común que, para lograr sus objetivos, todos contemplan la necesidad de realizar profundos cambios culturales porque hay que aprender a pensar y crear interpretando a la mecánica cuántica, lo que implicará crear una nueva forma de enseñar, de estudiar, de investigar, etc. Lo que conllevará enormes cambios económicos derivados de la creación de riqueza gracias a nuevas actividades económicas, miles de nuevos puestos de trabajo, nuevos productos gracias a la creación de nuevos materiales o materiales con nuevas cualidades y una forma nueva acercarnos al mundo que nos rodea; y por supuesto, observaremos gigantescos cambios en las ciencias y la tecnología.
En resumen, que todos esos países están compitiendo con estrategias orientadas a convertirlos, en los próximos años, en líderes mundiales en algunas de las tecnologías cuánticas más relevantes, pero debemos ser conscientes de que no lo hacen solo por la tecnología, por importante que sea, sino en igual o mayor medida lo hacen porque a través de la carrera por la computación cuántica están proyectando a sus respectivas sociedades a nuevos estadíos de desarrollo socioeconómico, gracias a los considerables saltos de calidad estimados en lo cultural, lo económico, lo científico y, con todo ello, en el bienestar de las sociedades que abanderen esta revolución cuántica.
A diferencia de otros países europeos, hasta la fecha, España no cuenta con un programa nacional, equivalente a los antes enunciados, que estimule y garantice el crecimiento de la investigación y desarrollo cuántico. No obstante, esto no significa que no exista potencial y actividad cuántica española, la cual básicamente se canaliza a través de:
- Participación de centros de investigación y académicos en proyectos europeos
- Talento cuántico de gran potencial. El país cuenta con una significativa cantidad de físicos cuánticos, aunque también es cierto que contamos con una gran diáspora.
- La actividad cuántica realizada por algunas empresas transnacionales
- Los bancos más importantes del país han creado sus equipos de investigación cuántica que están activos en la investigación aplicada a la actividad financiera.
- En los últimos años ha surgido un grupo de empresas, entre las que se encuentra aQuantum, dedicadas a la investigación y desarrollo en diferentes ámbitos cuánticos.
- Universidades, centros y grupos de investigación dedicado a las tecnologías cuánticas.
Todo es tan nuevo en la computación cuántica que, aunque no seamos totalmente conscientes de ello, aún no existe un mercado de fuerza de trabajo cuántica capaz de satisfacer las demandas actuales a corto plazo del mercado laboral, por lo que cualquier forma es válida para llegar a la fuerza de trabajo calificada existente, incluida la cooperación.
La búsqueda de una solución a este obstáculo ha contribuido a la conformación de otra curiosidad de la carrera cuántica: el peso, muy elevado, que ha tomado la colaboración entre empresas. Como parte de ese proceso, cada una de las grandes empresas cuánticas ha creado sus redes cuánticas, con tratamientos diferenciados para partners empresariales, startups, entidades científicas y académicas e incluso con los clientes. Es sorprendente, por lo menos hasta ahora, comprobar en la práctica que estas redes funcionan, la atención que se presta a las colaboraciones y lo increíblemente fácil que resulta (y por ahora incluso en modalidades gratuitas) interactuar con otras empresas dedicadas a la actividad cuántica e incluso acceder a diferentes niveles de uso para pruebas de ordenadores cuánticos.
El reconocimiento de la limitación actual de fuerza de trabajo cuántica, es tal, que ese espíritu de colaboración también se promueve y realiza entre Estados. Más allá de la lógica rivalidad en defensa de sus legítimos intereses nacionales (antes se han destacado una serie de proyectos nacionales para el liderazgo cuántico), los estados están intentando acelerar los resultados para liderar la segunda revolución cuántica a través de la colaboración cuántica.
Podríamos extendernos mucho más en mostrar cifras, argumentos y ejemplos del impacto socioeconómico y tecnológico de la segunda revolución cuántica a nivel global, pero creo que todo lo antes expuesto es suficiente para comprender, como acertadamente se afirma en la iniciativa cuántica europea, Quantum Flagship, que el futuro es cuántico.
Si se quiere tener algún grado de protagonismo en ese futuro cuántico no se puede esperar a que el mismo llegue, porque en ese caso el futuro cuántico ya estaría definido: seríamos simplemente consumidores de lo que otros sean capaces de crear y llevar al mercado. Para ser parte de ese futuro cuántico no se puede perder ni un segundo en el presente y hay que trabajar e invertir, mucho, desde ayer.