El confinamiento producido meses atrás por la pandemia del COVID-19 ha disparado las ventas on-line de muchos productos. Los que ya tenían el hábito de compra por Internet han incrementado sus compras, y consumidores que nunca lo habían hecho se han decidido por primera vez a hacerlo, y probablemente a partir de ahora sigan haciéndolo. Es en estos momentos de auge de las transacciones cuando las tiendas on-line se convierten en objetivo de los ciberdelincuentes, en los que se producen más y más variadas brechas de seguridad, tales como robos de datos de tarjetas de crédito o acceso fraudulento a cuentas (después del robo de datos de inicio de sesión y contraseña). Los casos de Macy y Ticketmaster, ocurridos en 2018, son paradigmáticos de este tipo de ataques.
El elevado número de transacciones de comercio electrónico que se registran hace que se incrementen las estafas a través de redes sociales, de ataques DDos y de ransomware. Por ello, muchos departamentos de TI de tiendas on-line se plantean incrementar las medidas de seguridad en cuanto a monitorización y visibilidad de la red. Las amenazas relacionadas con fallos de seguridad en la red es también un motivo de preocupación para los profesionales, ya que pueden ser explotadas para causar una caída de los sistemas, robar datos de los clientes o causar daños mayores.
Entre las circunstancias que favorecen estas amenazas se encuentran las vulnerabilidades que presentan los dispositivos no adecuadamente parcheados y los errores del usuario, que no toma las suficientes precauciones al conectarse a una red o autenticarse. Las vulnerabilidades en la cadena de suministro o a dispositivos IoT no protegidos son también puntos que debilitan la posición de seguridad de una organización.
Pero conocer las vulnerabilidades no es suficiente. Consideran como medidas urgentes acciones tales como un protocolo robusto de gestión de parches y formar a empleados y clientes para un uso seguro de las plataformas de e-commerce.
Preocupaciones del consumidor
Pero el departamento de TI es sólo una parte de la ecuación. El consumidor tiene también un papel muy importante a la hora de mitigar las ciberamenazas en el uso del e-commerce, ya que los patrones de compra que adoptan los consumidores en estas fechas pueden generar importantes brechas de seguridad. En estos periodos de gran consumo el consumidor a menudo baja la guardia en cuanto a precauciones de seguridad. A esto hay que añadir un incremento en las técnicas clásicas de phising, en las que el consumidor es redireccionado a una web de promociones falsa.
Según los estudios, sólo un pequeño porcentaje de los consumidores muestra alguna preocupación por la seguridad de sus datos personales al realizar compras por Internet, aunque la mayoría son conscientes de que los datos personales del cliente son recopilados de un modo u otro en el proceso, como ocurre al usar tarjetas de fidelización. No deja de ser curioso que los consumidores estén más preocupados por el plazo de entrega de los productos que compran que por todas las cuestiones relacionadas con la seguridad.
Por suerte, cada vez son más los consumidores que toman precauciones de seguridad por ellos mismos, a la hora de realizar sus compras, como por ejemplo, asegurarse de que están usando una red Wi-Fi protegida antes de iniciar el proceso de compra o tomar precauciones antes de introducir nombres de usuario o contraseñas en una página web.