
Más de la mitad de la población mundial habita en ciudades, y la proporción sigue creciendo. En las ciudades del futuro, la infraestructura y los servicios deben ser más eficientes, respetuosos con el medio ambiente y accesibles para todos. El objetivo fundamental de una Smart city es aplicar las tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y reducir el impacto ecológico de la ciudad, contribuyendo al desarrollo Sostenible global.
IoT (Internet of Things) es una de las tecnologías más empleadas en Smart City. IoT es una la red de objetos físicos o virtuales que permiten que los objetos estén conectados autónomamente (sin intervención humana) a Internet y entre sí, para ser monitorizados, controlados o automatizados de forma remota. IoT es una de las tecnologías más disruptivas a las que nos hemos enfrentado, supone un cambio de paradigma radical, permite a las máquinas funcionar de forma autónoma generando y actuando automáticamente en función de los datos, todo ello sin intervención humana, sin interrupción, incansablemente, mientras dispongan de conectividad y suministro energético. Pensemos en las posibilidades conforme los dispositivos IoT ganen en capacidad, precisión, fiabilidad, versatilidad y potencia.
El IoT crece incesantemente, y forma parte integral de nuestras vidas, IoT está presente en la monitorización de nuestro bienestar y salud, en la automatización y domotización de los hogares, edificios, industrias, compañías de suministros…
Una barrera al éxito de IoT es la dificultad que conlleva su ciclo de vida. Toda arquitectura IoT se compone de varios elementos, cada uno de ellos complejo en sí mismo: Sensores y actuadores muy variados y diversos; diferentes tecnologías de Conectividad, especialmente complejas cuando son inalámbricas; un nivel de edge computing, especialmente si se requiere un tratamiento real time del dato; almacenamiento masivo y abstracción de datos, para análisis posterior; aplicaciones y plataformas IoT, algunas transversales, otras específicas para diferentes casos de uso. Desplegar un proyecto IoT supone definir todos estos elementos y sus interrelaciones (resolver el “Puzzle IoT”).
Pero una solución IoT debe incluir otros dos elementos clave: la ciberseguridad y la capacidad para administrar y gestionar toda la arquitectura. Para afrontar esta complejidad, una buena aproximación es apostar por simplificarla con soluciones preintegradas Plug and Play, permiten un rápido despliegue de las soluciones y un escalado seguro y controlado sin renunciar en exceso a la gran flexibilidad de IoT.