Desde hace tiempo, gigantes tecnológicos como Google, Amazon, entre otros; han tomado la iniciativa de tener presencia en diversos países de la región, llevando tecnologías que están transformando los negocios y las economías.
Según reporte de Arizton Research, entre 2019 y 2025, el mercado de Data Center en Latinoamérica tendrá una tasa de crecimiento anual compuesta del 5,69% solamente en infraestructura de TI (Servidores, Almacenamiento y Networking).
Por otro lado, el estudio describe que entre las principales oportunidades y retos para el crecimiento del sector está el aumento de la adopción de soluciones DCIM (Data Center Infrastructure Management) para la gestión completa de toda la operación de Data Center, y las implementaciones de Data Center tipo Edge para soportar las demandas de crecimiento de dispositivos móviles, el rápido intercambio de informaciones y aplicaciones de IoT. Según Gartner, el Edge, en conjunto con on-premises, colocation y cloud, es una de las opciones de oferta que integrará la estrategia de infraestructura hasta 2025.
Entonces ¿cómo sacar el mayor provecho a estas innovadoras infraestructuras tecnológicas que están tomando posición de relevancia en el mercado? Muchos apuestan a que la respuesta comienza por la Edge Computing.
Un nuevo reporte de Data Center Frontier destaca que la Edge Computing es una fuerza productiva para las empresas y sus negocios. Su uso es relevante como una forma de alto procesamiento y a la vez, como una forma de almacenamiento de datos más eficiente frente a la utilización de millones de dispositivos trabajando al mismo tiempo en la región.
En el mismo reporte, se proyecta que para 2020-21, la Edge Computing entre en una fase de transición clave.
Con un ecosistema emergente y cada vez más demandante, la Edge Computing, enfrenta los desafíos y oportunidades de un mundo transformado por la pandemia de COVID-19.
Las grandes corporaciones de la región atraviesan una fuerte recesión económica y debieron realizar un cambio masivo hacia el trabajo en el hogar. Este fenómeno generó nuevas oportunidades para que el impulso de la Edge Computing se acelerara.
La combinación sobre el uso de la computación Edge y la nueva infraestructura de data center en la región ha llegado justo cuando más se le necesitaba: en medio de una pandemia mundial.
El informe State of the Edge 2020 de la Fundación Linux proyectaba que la inversión en Edge Computing se aceleraría hasta después de 2024, pero con la llegada del Covid-19 pareciera que dichas predicciones cambiaron.
El mundo de la tecnología está algo dividido sobre las perspectivas a corto plazo del Edge Computing, pero no acerca si “edge” será útil, sino de si será rentable y cuándo lo será.
La pandemia hizo evidente que la combinación de data center seguros y rápidos pueden manejar grandes cantidades de información en la nube y pueden ser aprovechados por herramientas como la computación de borde, dejando las dudas atrás sobre su verdadero potencial.
El Edge Computing ha permitido a las empresas obtener soluciones de análisis de datos en tiempo real, reducir latencias, evitar los “cuellos de botella” en el tráfico de datos, y por, sobre todo, ahorro de tiempo y dinero.
En una época de Transformación Digital, la Edge Computing está estableciendo nuevas reglas al momento de hacer negocios. Su asociación con la hiperescalabilidad de los data center en la región, le permitirá el escalonamiento de aplicaciones prácticamente sin límites, además de infraestructuras desagregadas, de mayor densidad y optimizadas para el uso de energía.
Los data centers, independiente de su tamaño, requerirán contar con una dinámica en capacidad de expansión, donde la infraestructura pueda soportar la necesidad inicial y, a la vez, permita un crecimiento de manera organizada, invirtiendo lo necesario en cada etapa, ya que las futuras expansiones se deberán realizar en el menor tiempo posible y sin causar intermitencias en los servicios que estén en funcionamiento.
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