La digitalización se ha convertido en una de las principales prioridades para las organizaciones de todos los tamaños y sectores, especialmente tras el punto de inflexión que ha marcado la pandemia. En este contexto, la nube ha cobrado un papel principal como habilitadora y representa una de las inversiones tecnológicas más resilientes, ya que ayuda a garantizar la continuidad del negocio, optimizar costes y mejorar la competitividad de las organizaciones.
Esta situación, sumada a la gran oportunidad que suponen los fondos de recuperación europeos para la digitalización, hace que vivamos un momento clave que requiere de las infraestructuras adecuadas para maximizar los resultados, tanto en el sector privado como en el de las Administraciones Públicas, que tienen en su mano mejorar los servicios que prestan a la población.
La creación de centros de datos en nuestra geografía va mucho más allá de acercar la nube físicamente. Se trata de un motor de crecimiento de la economía de nuestro país, que lleva asociadas fuertes inversiones por parte de los proveedores cloud, la creación de puestos de trabajo, la generación de negocio local en el ecosistema de partners y clientes, y ayuda a superar algunas de las barreras en la adopción de la nube en España, en especial en las pymes y el Sector Público. Sirvan de referencia un par de datos: según IDC, la nube de Microsoft y su Región Cloud de Centros de Datos en España sumará alrededor de 55.000 puestos de trabajo locales, y en 2024 por cada euro de ingresos cloud de Microsoft en España nuestros partners locales generarán 7,12 euros.
El desarrollo de estos hubs supone también la extensión de una red que, si bien resulta transparente a la práctica totalidad de la población, tiene una dimensión y un alcance inmensos. La conectividad de los hyperscalers es básica para garantizar la calidad del servicio y aquí entran en juego redes de fibra -marinas y terrestres-, operadas y gestionadas por los principales actores del mundo cloud. Juntas configuran las estructuras de comunicaciones de mayor dimensión del mundo. Por poner en contexto, en el caso de Microsoft hablamos de 260.000 kilómetros desplegados. Una longitud que daría 6 vueltas a la Tierra por el ecuador.
La apuesta por centros de datos locales e infraestructuras de interconexión, en conjunción con políticas adecuadas por parte de los proveedores para maximizar la seguridad, permite a los clientes disfrutar de una nube que multiplique las oportunidades y garantice aspectos tan relevantes como la soberanía del dato y tener trazabilidad completa del dato desde el primer momento; reforzar el cumplimiento normativo, en cada región donde desarrollen su actividad las organizaciones; avanzar en sus planes de sostenibilidad migrando a una nube que puede ser hasta un 98% más eficiente en cuanto a emisiones de carbono y hasta un 93% en términos de consumo energético que los centros de datos tradicionales; o lograr una reducción en las latencias y un mayor control sobre ancho de banda, que hagan posible impulsar la innovación en el desarrollo de tecnologías como el vehículo autónomo o la telemedicina.
La digitalización, la nube y la IA han cobrado una inercia que nos lleva a un futuro apasionante, en el que podremos encontrar muchos de los grandes retos que afronta actualmente la humanidad en torno a energía, cambio climático, producción de alimentos o avance en la investigación médica, entre otros. El momento de acelerar el despliegue de todos los recursos que lo hagan posible es ahora.