Dentro del rápido avance de las Smart Cities y su ecosistema digital, han aparecido a la par lo que se denomina edificios inteligentes, y junto con ello el inicio de un cambio de infraestructuras y paradigmas sin vuelta atrás.
Los Smart Buildings o Edificios Inteligentes, son aquellos cuyas instalaciones y sistemas (de climatización, iluminación, electricidad, seguridad, telecomunicaciones, multimedia, informáticas, control de acceso, etc.) permiten una gestión y control integrada y automatizada, con el fin de aumentar la eficiencia energética, la seguridad, la usabilidad y la accesibilidad.
Según Lucas Samyn de Furukawa Electric LatAm, a medida que las ciudades se vuelven inteligentes, también lo son sus medios de transporte, infraestructuras y sus edificaciones. Es por ello, que a través de la tecnología se persigue controlar el acceso y seguridad, el uso de los recursos energéticos, las instalaciones de climatización y la temperatura, la domotización de las tareas del hogar y; en definitiva, realizar una gestión eficiente de forma automatizada y controlada de todos los sistemas.
En 2023, los Smart Buildings tendrán más de 483 millones de dispositivos (sensores, equipos, aparatos, etc.) conectados a nivel mundial. Un aumento anual promedio del 33%, según el último informe de Berg Insight.
“Estas nuevas infraestructuras hiperconectadas, desafiarán tanto a propietarios y gerentes de edificios digitales; puestos que deben llevar a cabo inversiones inteligentes; es decir, que sustenten una estrategia de infraestructura tecnológica de largo plazo (al menos 25 años)”, explica el ejecutivo de Furukawa Electric LatAm.
Un edificio digital cuenta con sistemas diversos que se apoyan en la tecnología, las redes y el IoT. Su diseño e infraestructura tienen por objetivo facilitar la administración y gestión, haciéndolo más eficiente y de mayor costo-beneficio. Por otro lado, el desarrollo de sistemas de automatización para iluminación, sistemas de climatización y seguridad maneja un mejor control de las operaciones de los edificios, y los costos durante años.
Por lo tanto, un edificio inteligente debe incluir la automatización de todos sus sistemas, estar equipado de instalaciones controladas; a través de sistemas domóticos gestionados mediante tecnologías de conectividad avanzadas. Esta gestión y control automatizados permiten aumentar la eficiencia energética, la seguridad, la usabilidad y la accesibilidad.
Por otro lado, su impacto medio ambiental es bajo. Si hablamos de un edificio inteligente, éste debe ser construido utilizando los materiales, sistemas eficaces y eficientes respetando el medio ambiente y el entorno; alcanzando máximos niveles de eficiencia y ahorro energético en todos sus sistemas de climatización, ventilación e iluminación, reduciendo así al máximo sus emisiones contaminantes.
En los últimos años, inversiones en I+D de grupos industriales como Furukawa, han posibilitado el desarrollo de tecnologías de hiperconectividad como Laserway, y su red para edificaciones Green Building.
Estas tecnologías 100% ópticas, vienen a contribuir con la reducción del consumo de energía, de los sistemas de refrigeración y la cantidad de material derivada de petróleo usada en el cableado, además de proporcionar un tiempo de vida mayor que una solución de cableado tradicional, y más velocidad y seguridad en la transmisión de digital de los datos.
En resumen, un edificio inteligente ha derivado en importantes avances tecnológicos, y junto con ello, aumenta su valor añadido con respecto a las construcciones convencionales, ya que generan mayor interés, repercutiendo directamente en su valor de mercado en cuanto a sus precios de venta o alquiler.