La continua progresión de la transformación digital nos permite aprovechar el conocimiento basado en el dato para el beneficio colectivo, y su objetivo principal de ser mejorar el bienestar y calidad de vida de las personas. Por ello, considero importante introducir el concepto de comunidad al hablar de ciudades conectadas o Smart Cities. En sí misma, la ciudad conectada no debe ser un objetivo, si no un medio que aprovecha la sensorización, el IoT y las redes inteligentes como herramientas para alcanzar el objetivo.
Introducir el concepto de comunidad
Abrir el foco al concepto de comunidad permite poner en valor un entorno más amplio al núcleo urbano, pues este impacta de forma directa o indirecta sobre las ciudades, y por lo tanto no lo podemos obviar en el proceso de sensorización e interconexión de redes. Obviamente, es en las ciudades, por su densidad y actividad, donde las mejoras de calidad de vida y de eficiencia son más visibles y de impacto, pero para que se produzca dicho impacto se necesita contar con una comunidad mucho más amplia para su generación.
Las comunidades y ciudades conectadas aprovechan la sensorización creciente para crear nuevos entornos de análisis de datos y mejorar de forma directa o indirecta, en multitud de sus actividades diarias. Algunos ejemplos:
- Sensores de calidad del aire que permiten incidir en la movilidad y la salud.
- Sensores climatológicos que nos anticipan situaciones de riesgo.
- Sensores de tráfico que nos permiten regular el acceso.
- Sensores de flujo de personas que nos permiten establecer criterios de seguridad.
Pero estas actividades que podríamos definir como “de carácter urbano”, pueden incrementar su efectividad con una sensorización del entorno ampliado de la comunidad:
- Sensores de la red de vías de interconexión para predecir flujos de movimiento.
- Sensores climatológicos para la predicción a largo plazo.
- Sensores hídricos a gran escala para la prevención de inundaciones.
- Sensores de capacidad de red eléctrica para anticipar problemas de abastecimiento.
La complementariedad entre entorno urbano e interurbano que forma la comunidad permite alcanzar todo su potencial y ampliar el ámbito de aplicación del concepto Smart.
Estos ejemplos actualmente implementables con las herramientas que la sensorización e IoT nos ponen al alcance, conllevan la necesidad de implementar redes de datos eficientes, donde aspirar a la centralización total de datos, algo que puede convertirse en una utopía si no se realiza correctamente. Por lo tanto, las propias redes deben asumir el concepto de Smart, y convertirse en redes inteligentes, para poder crear un sistema distribuido de decisión y de generación de indicadores.
Comunidades inteligentes a partir de redes inteligentes
La interconexión de redes inteligentes con distintos niveles de indicadores estandarizados y ontologías específicas han de permitir la segmentación e intercambio de conocimiento, de forma ordenada por capas en las redes y por lo tanto la interconexión de las comunidades a distintos niveles de abstracción (sensores, sistemas, edificios, áreas, ciudades, comunidades).
Así pues, las redes inteligentes permitirán conectar cada una de las capas del entorno urbano (ciudad), con el resto de la comunidad de alrededor, aprovechando que la comunidad aporta suministros (red de agua, red de electricidad y red logística), personas (trabajadores, visitantes y turistas) y que utiliza servicios (salud, educación y transporte). De esta forma, la interconexión entre ciudades y comunidades permitirá compartir información relevante para la creación y entrenamiento de modelos predictivos o preventivos, basados en la experiencia previa de otras ciudades y comunidades.