Cloud supone un cambio radical en la forma de pensar y trabajar de los responsables de diseñar y poner en producción los servicios TIC, dotándoles de unas herramientas que hasta el momento sólo eran un sueño, una utopía.
Tal vez uno de los aspectos más significativos sea la posibilidad de aprovisionar muy rápidamente una nueva plataforma completa, un mini Centro de Datos, a golpe de ratón y en un tiempo muy reducido. La gestión de capacidad de recursos (procesador, memoria o disco) también resulta más ágil. Los sistemas se pueden dimensionar para las necesidades habituales y aumentar o disminuir sus recursos en caliente cuando se requiera.
También resulta más rápido, sencillo y barato disponer de entornos separados de desarrollo, pruebas y producción, tal y como recomiendan las buenas prácticas al hablar de plataformas críticas. Por otra parte, la espada de Damocles que siempre han supuesto las averías del equipamiento (en tanto en que, si una máquina se avería, el servicio se ve afectado) desaparece en los entornos Cloud. Si una máquina física se estropea, las máquinas virtuales que ejecutan los servicios “vuelan” de un servidor físico a otro, sin que prácticamente resulte perceptible en el servicio.
En este sentido, Cloud nos permite olvidamos completamente de qué equipamiento tenemos para centrarnos únicamente en los recursos que necesitamos.