Vivimos en una era donde la transformación digital ha acelerado la evolución tecnológica de las organizaciones, pero también ha ampliado su exposición a riesgos. En este contexto, hablar de ciberresiliencia no es solo hablar de ciberseguridad: es hablar de continuidad, adaptabilidad y sostenibilidad digital.
La ciberresiliencia es la capacidad de una organización para resistir interrupciones —ya sean causadas por ciberataques, errores humanos, fallos técnicos o desastres externos— y seguir operando de forma segura y eficaz.
Según el Informe “Los costes ocultos del tiempo de inactividad”, de Oxford Economics (2024), la resiliencia digital es un problema de 400.000 millones de dólares sólo contando las organizaciones más grandes del mundo. Así, el coste directo del tiempo de inactividad se puede cuantificar en un promedio de 200 millones de dólares al año por empresa (Forbes Global 2000). Una cifra que incluye la pérdida de ingresos, las multas, la pérdida de productividad y otros costes duros.
Pero más allá del gasto económico que supone, ¿por qué es tan crítica hoy?
Por tres razones, básicamente. La primera, porque las infraestructuras digitales son más complejas y están cada vez más distribuidas: nube, entornos híbridos, trabajo remoto, IoT, etc. La segunda razón se basa en que los costos de inactividad se disparan. De hecho, se estima que las interrupciones pueden costar cientos de millones de euros al año por empresa. Y la tercera, porque los equipos de IT y seguridad necesitan respuestas ágiles, con menor dependencia de la intervención manual.
Visibilidad total: la base de toda estrategia resiliente
Una estrategia de ciberresiliencia eficaz empieza por ver lo que está ocurriendo en todo el ecosistema digital: desde la infraestructura hasta las aplicaciones, pasando por redes propias y de terceros. Y esto implica la supervisión de redes públicas, privadas y no gestionadas; la correlación de eventos entre capas de red-aplicación-usuario y la predicción de problemas mediante herramientas de análisis avanzado de datos.
Contar con esta visibilidad es lo que marca la diferencia entre reaccionar tarde o anticiparse al fallo. En situaciones reales, esta capacidad significa evitar pérdidas millonarias y reducir interrupciones de horas a minutos.
Detectar, entender y actuar
La siguiente capa clave es la observabilidad, que permite no solo monitorear sino comprender cómo interactúan todos los componentes de los sistemas digitales.
Gracias a herramientas especializadas, hoy es posible detectar errores como llamadas a APIs que fallan y que detienen procesos de negocio, identificar impactos en tiempo real sobre servicios críticos y reducir drásticamente el Mean Time To Detect (MTTD) y acelerar el Mean Time To Resolution (MTTR).
Esto convierte a los equipos técnicos en actores proactivos, no solo reactivos, con capacidad de prevenir futuros incidentes mediante inteligencia histórica y automatización.
Automatización en la operación diaria
La ciberresiliencia requiere además una visión moderna de la seguridad, donde se integra con la operativa diaria. Algunos de sus componentes clave son: las plataformas SIEM para analizar grandes volúmenes de datos y detectar amenazas complejas, las tecnologías XDR que extienden la visibilidad y respuesta a todos los puntos del ecosistema, y las tecnologías capaces de automatizar (SOAR) investigaciones, contención y recuperación.
Por ejemplo, ante una actividad inusual en un dispositivo de red, los sistemas actuales pueden identificar el evento, generar un resumen contextual y aislar automáticamente el dispositivo para evitar su propagación. Y todo esto en segundos.
El papel de la inteligencia artificial
La IA ha dejado de ser una promesa futura para convertirse en un componente esencial de la resiliencia digital. Su aplicación práctica permite priorizar alertas por impacto de negocio, detectar patrones anómalos que escapan a las reglas tradicionales, generar respuestas automáticas y recomendaciones inteligentes y unificar datos de red, seguridad y operaciones en un mismo flujo de análisis.
La combinación de IA con plataformas abiertas y colaborativas permite reducir la carga sobre los equipos, estandarizar procesos y mejorar la eficiencia del centro de operaciones (NOC y SOC).
La ciberresiliencia no es un producto, ni una simple capa defensiva. Es una estrategia transversal que abarca conectividad, visibilidad, seguridad y automatización. Es, también una mentalidad de evolución continua: detectar más rápido, responder mejor y aprender de cada evento.
Desde Ikusi, empresa de la firma Velatia, somos especialistas en redes eficientes, robustas y seguras. Ayudamos a las organizaciones en estas estrategias integrales de ciberresilencia, para que ellas puedan centrarse en su negocio.
Nos avala nuestra experiencia y nuestra veintena de certificaciones, que reconocen excelencia en los servicios tecnológicos. En concreto, estamos acreditados con la norma ISO 22301 en continuidad de negocio, que está diseñada para proteger a las empresas de incidentes que puedan interrumpir sus operaciones, reducir la probabilidad de que ocurran y garantizar la recuperación rápida y eficiente de la empresa en caso de que se produzcan.
Y es que en un mundo donde el cambio es la única constante, la verdadera ventaja competitiva será la capacidad de resistir y adaptarse.