Artículo
25 mayo 2022

Cómo incluir la flexibilidad y la resiliencia en el plan de continuidad empresarial

El objetivo es la resiliencia. La palabra clave, flexibilidad.

Esperar lo inesperado. Esta es la primera regla del plan de continuidad empresarial. Si se quiere minimizar el impacto de un incidente disruptivo, hay que prepararse ante los imprevistos, previsibles e imprevisibles. Cualquier contratiempo, ya sea debido a una inundación, incendio, ciberataque o, como es ahora el caso, un virus mundial, es diferente por su naturaleza y ejecución, pero un buen plan de continuidad siempre puede adaptarse. El objetivo es la resiliencia. La palabra clave, flexibilidad.

Las organizaciones que mejor aborden cualquier caída o disrupción, inmediata o a largo plazo, serán aquellas con un pilar tecnológico que permita la adaptación y proporcione a los equipos, tanto dispersos como centralizados, acceso ininterrumpido a las aplicaciones y flujos de datos.

Te contamos cómo

La mayoría de los planes de continuidad empresarial anticipan la reasignación de personas, procesos y tecnología entre ubicaciones centrales, con enclaves de trabajo remoto que proporcionen cobertura temporal. Muchos de los planes, también preparan para una degradación del servicio como equipos físicos dañados o robados, servicios y datos comprometidos.

En el caso de las compañías de servicios financieros, la reubicación masiva del personal es territorio desconocido. El trabajo remoto puede estar incluido en el contrato para algunos departamentos, pero está lejos de ser lo habitual. El trabajo remoto a escala demanda un enorme cambio en la cultura empresarial. Requiere una revolución en los procesos, desde la salud y la protección hasta la seguridad y el cumplimiento normativo. Y requiere de la infraestructura tecnológica correcta.

La transición a entornos de trabajo remoto cambia los patrones de tráfico y datos. Ello causa desbordamientos repentinos y flujos no convencionales. Para adelantarse a los retos de rendimiento de aplicaciones y disponibilidad, aconsejamos un enfoque en dos pasos: optimizar y analizar.

Vayamos uno a uno

Optimizar significa lograr que todo el entorno tecnológico funcione como una sola entidad. La optimización rara vez conlleva migrar de una infraestructura dominante a otra. Por el contrario, la infraestructura más adaptable es la híbrida: cloud pública, privada, en las instalaciones y en el perímetro. Y, con frecuencia, multiproveedor. Si se necesita mover un 20% del tráfico desde la cloud a las instalaciones on-premises, o de un proveedor a otro, se puede hacer sin problemas. Y si mañana se necesita revertir este movimiento, también se puede.

La infraestructura híbrida es flexible y resiliente, siempre y cuando haya un proceso de gestión consistente que la recorra.

Desde NetApp, ofrecemos las soluciones que ayudan a racionalizar la infraestructura de aplicaciones y datos, a mover los datos del almacenamiento local a la cloud, y a garantizar la disponibilidad de los datos en toda la cloud. NetApp capacita para ofrecer protección de datos, replicación y disponibilidad continua en los entornos híbridos de Azure, Google Cloud y AWS. También contamos con soluciones que permiten la replicación y sincronización segura y automatizada entre los almacenes de objetos en cloud y los locales. Kubernetes y otras soluciones contenerizadas posibilitan también una portabilidad similar.

Analizar es comprender el rendimiento en un escenario de normalidad y bajo una situación de estrés predecible. También significa la medición y supervisión continuadas durante una crisis para reconocer los retos a los que se enfrenta hoy, mañana y en un futuro. Las evaluaciones de riesgos continuas, las alertas predictivas y la apertura automática de casos contribuyen a detectar y prevenir problemas antes de que ocurran.

En NetApp tenemos soluciones que ofrecen visibilidad en todo un conjunto de multiproveedores multicloud

Ofrecemos información obtenida a través de la inteligencia artificial para conocer el estado de todos tus sistemas NetApp, como modelos de riesgo predictivo para sistemas que han alcanzado sus límites de rendimiento o capacidad. Esta información avanzada destapa la exposición a riesgos, brechas de seguridad y vulnerabilidades. Esta misma inteligencia supervisa los entornos de la cloud pública, centro de datos y oficinas remotas por separado y en su conjunto.

Por consiguiente, el obstáculo para las empresas de servicios financieros no es la disponibilidad de la infraestructura tecnológica adecuada, sino la cultura: las personas y procesos que podrían inadvertidamente inhibir la flexibilidad y resiliencia necesarias para afrontar lo inesperado.

Por ejemplo, una infraestructura adaptable entra en conflicto con el concepto de desarrollo de una era previa al DevOps. La rápida transferencia de datos y aplicaciones de la cloud al entorno local, o de un proveedor de cloud pública a otro va en contra de las normativas internas de seguridad y cumplimiento normativo.

Estas limitaciones tan rígidas se verán duramente puestas a prueba por la disrupción, cuando muchas organizaciones se vean forzadas a reconsiderar sus normativas internas para que su negocio siga funcionando. Dicho pragmatismo tiene sentido. Si esperar lo inesperado es la regla número uno del plan de continuidad empresarial, la regla final es aprender de un choque disruptivo. Las organizaciones que se ven forzadas a adoptar distintos comportamientos a corto plazo a menudo acaban adoptando estas nuevas conductas también a largo plazo.

Si las firmas de servicios financieros aprenden a aplicar la seguridad y el cumplimiento normativo internos a través de distintos prismas y, asumen la verdadera flexibilidad de la infraestructura híbrida, la experimentación forzada arrojará un resultado positivo durante los tiempos difíciles.

 

 

¿Te ha parecido útil este contenido?

 

Martin Warren
NetApp
EMEA Cloud Solutions Manager