Cuando alguien te dice que “WiFi 7 lo cambia todo” o que “el 5G es el futuro”, lo normal es levantar una ceja. En entornos reales, las cosas van de necesidades muy concretas: baja latencia, estabilidad, densidad, movilidad, seguridad. Y ahí sí: WiFi 7, 5G e IoT están marcando una diferencia seria.
WiFi 7 no es solo más ancho de banda. Su punto fuerte está en cómo gestiona el tráfico en escenarios de alta densidad, cómo reduce la latencia usando Multi-Link Operation (MLO), y cómo aprovecha los 320 MHz en 6 GHz para entornos indoor exigentes. ¿Casos reales? Centros educativos con BYOD masivo, laboratorios con apps críticas, logística interna en plantas con AGVs y robots autónomos. Aquí no se trata de velocidad de descarga, sino de mantener procesos corriendo sin interrupciones.
5G entra cuando la red local se queda corta. En fábricas, puertos o instalaciones distribuidas donde tirar cable o montar una red WiFi densa no tiene sentido, las redes privadas 5G están permitiendo desplegar soluciones móviles de misión crítica. La diferencia con otras generaciones está en la latencia controlada y en la capacidad de segmentar con slicing real. No es una red pública, es tu red, con tus reglas.
Y el IoT es la capa que lo une todo. Sensores que detectan fallos antes de que se produzcan, cámaras que analizan imágenes en el edge, sistemas que deciden en tiempo real. El problema no es tener dispositivos conectados. Es que lo estén de forma segura, estable, interoperable y a escala. Y eso solo se consigue si la infraestructura de red aguanta.
Obstáculos hay, claro: coexistencia entre tecnologías, seguridad end-to-end, gobernanza del dato, coste de mantenimiento. Pero también hay una realidad: quien espera a tener todo claro para moverse, llega tarde. Hay proyectos en marcha donde esta combinación está funcionando: ciudades pequeñas con gestión de residuos inteligente, hospitales que monitorizan pacientes en remoto o fábricas que han virtualizado el control de líneas de producción. No es ciencia ficción. Es configuración, buenas decisiones y pruebas bien hechas.
Esto no va de elegir entre WiFi o 5G, va de usar cada capa donde aporta valor. Y tener claro que el futuro pasa por redes flexibles, seguras y bien diseñadas. Las que permiten que lo digital no falle.