Sin ánimo de equivocarme, creo que el año 2020 ha marcado un punto de inflexión en el sector del Data Centers en España. Sería ingenuo pensar que se debe a la aceleración de la transformación digital por el confinamiento que hemos sufrido por el COVID19.
Realmente se debe a que se ha considerado España por su posición geográfica, un punto estratégico en las redes de comunicaciones transfronterizas. Es lugar elegido como nodo de conexión de Europa, Norteamérica, Latinoamérica y África, regiones que cuentan con 1600 millones de habitantes y a los que podemos acceder con muy baja latencia. Esto se decidió hace varios años, y su consecuencia fue que grandes multinacionales aprobaran la instalación de diversos cables submarinos que nos conectan con estas áreas geográficas y que este año, por fin, están llegando a nuestras costas.
El ser un punto de interconexión tan importante requiere de infraestructuras de Data Center de un tamaño superlativo, comparado con lo que estábamos acostumbrados a ver en nuestro país. Para finales de 2021 habremos triplicado nuestra capacidad instalada, pero francamente partíamos de un punto de origen tan bajo, que podemos decir que esto no ha hecho más que empezar. Basta decir que nuestros comparables en Europa tienen un sector doce veces mayores que el nuestro, por lo que todavía queda mucho por hacer.
A estas inversiones y necesidades programadas hace varios años, se nos une en el año 2021 unos importantes vientos de cola, que no están siendo considerados por las empresas foráneas en sus cuarteles generales. Estos vientos de cola son los fondos europeos Next Generation EU que asignan a España para su digitalización, según el Plan España Digital 2025 presentado por el Gobierno, 70.000 millones de euros en los próximos 5 años. Estos fondos se destinarán a diferentes iniciativas como el despliegue del 5G, ciberseguridad, digitalización de la Administración y de las empresas, crear una plataforma europea audiovisual, etc. Pero todas estas iniciativas tienen algo en común, deben ser soportadas por Data Centers, el autentico corazón de la economía digital.
Por todo esto, creo que estamos ante una oportunidad histórica que esta vez sí podría cambiar nuestro modelo económico, y que no debemos desaprovechar. Y estoy seguro de que no lo haremos.