Recuerdo los años 80, cuando comencé a trabajar con ordenadores y a usar aplicaciones que “facilitaban la vida” de un oficinista. Nos dijeron que venía un conjunto de herramientas y aplicaciones que nos permitirían crear, modificar y almacenar documentación. Pero ¡qué difícil era manejar Lotus 123, DBase, Word Star! o aquellas aplicaciones que reemplazaban a las máquinas de escribir, calculadoras o papel carbón; casi había que ser informático para poder resaltar un texto o hacer una operación simple con un programa.
Llegan las suites ofimáticas y empieza a cumplirse la promesa de simplificar las cosas, los procesadores de texto o las hojas de cálculo ya no son tan complicados y de verdad agilizan nuestro trabajo; luego viene el correo electrónico y de repente estamos en contacto con nuestros clientes, con nuestros proveedores… ya no tenemos que vernos siempre para llegar a acuerdos o llamarnos a todas horas y con urgencia, el correo nos simplifica la vida, nos lo hace todo más cómodo. Y, además, facilita el trabajo de profesionales de diferentes sectores, como educación, administración, contabilidad, marketing, diseño, etc.
La evolución continúa, aparecen nuevas herramientas que suponen una revolución para el día a día: reuniones online, trabajo en equipo, ¿os imagináis lo que habría sido la pandemia sin todo eso? Y ahora, nos encontramos con que ya está aquí el cambio más relevante, revolucionario y disruptivo con la incorporación de la Inteligencia Artificial (IA) a la ofimática. La IA es la capacidad de las máquinas de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el razonamiento, el aprendizaje, la comprensión, la creatividad, etc. La IA se basa en algoritmos, datos y modelos que permiten a las máquinas procesar, analizar y generar información de forma autónoma, eficiente y personalizada.
La IA ofrece ventajas y oportunidades para mejorar la productividad, la calidad, la innovación y la experiencia de los usuarios de ofimática. Nos puede ayudar en casos como:
- Mejorar la productividad, la calidad, la innovación y la experiencia con sus ventajas y oportunidades.
- Entender y producir texto y voz, analizar y mostrar datos, ayudar y simplificar el trabajo en equipo, y ajustar y adaptar las aplicaciones de ofimática a cada usuario.
- Complementarnos y potenciarnos, facilitando el trabajo, acelerando el ritmo o mejorando el rendimiento.
Como suele ocurrir con estas innovaciones, la IA va a requerir que nos formemos, que aprendamos a interactuar con la tecnología y sus nuevas herramientas, a relacionarnos con ella y entender de qué manera puede ayudarnos; que comprendamos que es necesario un proceso de adopción, ya no solo empresarial, también mental e individual. Pero ya no somos nuevos en esto, ¿verdad? El mundo del usuario ha cambiado radicalmente y ha sido para mejor… y yo ya no extraño aquellas máquinas de escribir.