¿Qué tendencias generales observa en el mercado?
Hoy se está produciendo un proceso irreversible hacia la digitalización tanto de empresas públicas como privadas. Observamos una mayor inversión de las organizaciones en la digitalización del puesto de trabajo. Esto se traduce en la adquisición de equipos cliente (portátiles, tablets, detachables…). A través de Patrimonio, la Administración lleva dos años acometiendo un programa de renovación, con una transición drástica de equipos de sobremesa a portátiles. También se está reforzando el ámbito de la ciberseguridad, porque al hacerse móviles las infraestructuras con la digitalización se están generando brechas de seguridad que antes podían resistir, pero ahora no ante la sofisticación de los ciberataques. Además, el tema se complica con la guerra en Ucrania.
¿Cuál es el papel que les queda al CIO y al CISO ante este escenario tan inquietante?
El papel del CIO y del CISO se está convirtiendo en muy estratégico. El CISO de una firma importante me comentaba que un ciberataque es su único riesgo sistémico, el gran peligro que podría echar abajo la compañía; incluso se podría permitir cerrar fábricas o tener que abandonar un país sin tener que echar el cierre. Ese mismo peligro corren las multinacionales. La digitalización no es importante solo porque moviliza a los empleados y les permite trabajar desde casa, sino porque se piensa que en unos años los ingresos de las compañías van a venir a través de las experiencias digitales. Esto conlleva nuevos canales y vías de distribución, economía circular y otros modelos de negocio como pago por uso, precios dinámicos, suscripciones o pagos por resultados.
¿Qué desafíos abre la digitalización para las empresas?
Algunas empresas ya están recopilando datos de los clientes, analizando y contextualizándolos. Este fenómeno genera nuevos valores. La sostenibilidad es otro factor clave. Se dice que un 25% del consumo va a tener en cuenta la sostenibilidad de los proveedores. ¿Cómo impactan en la protección del medioambiente?, esta cuestión será un criterio decisivo de compra. Las organizaciones requieren cada vez más de talento y habilidades digitales, una cuestión que urge abordar. Además, hay una brecha salarial entre los empleados de la privada y la pública. También necesitan trabajar con los proveedores de la nube pública de una forma muy cercana. El cambio cultural es muy profundo e importante. La inversión en tecnología va a crecer mucho más que la economía en los próximos años, un 8% frente a un 1%.
¿Esta transformación va a ser buena para el empleo?
Sí y no. Por una parte, necesitas nuevo talento y nuevos perfiles más acordes a profesionales jóvenes, pero por otro lado toda esta eficiencia extra digital va a suponer despidos. La digitalización afecta a los sectores, pero también a cómo están estructurados los mercados e incluso a los Estados.
¿Qué puede aportar Compusof en este escenario?
Compusof tiene una división de Talento que contempla la formación y que funciona muy bien. Estamos dando cursos de herramientas y de personal subcontratado para proyectos de transformación digital. Por otra parte, estamos viendo un incremento radical del gasto en infraestructuras, redes y ciberseguridad.
¿De qué manera los Fondos de Next Generation están activando el sector?
Como sabemos, ha llegado una gran inyección de capital de Europa. En estas últimas semanas ha habido noticias acerca de que se están ejecutando mal los proyectos: falta de información correcta o falta de distribución del dinero, entre otros. Hay que hilar más fino pues es verdad que depende del sector. En industria está yendo lento, se habla de una ejecución de entre el 10 y el 15% (en Suecia se ejecuta el 70%). En TI, que tiene muy aquilatada su relación con la Administración, se están ejecutando entre el 70 y el 75%.
¿Compusof no es agente digitalizador?
No, por una cuestión mercantil. Las condiciones para ser un agente digitalizador parecen diseñadas para grandes integradores. Si eres agente digitalizador, las empresas pequeñas te piden proyectos como desplegar una web, poner un canal comercial nuevo, poner nuevos ordenadores… te demandan un proyecto, pero no te lo pagan, sino que hay que repercutírselo al Estado, justificando una serie de cosas. Se trabaja a pérdidas sin saber cuándo vas a poder recuperar la inversión.
¿Cuál su visión sobre la problemática actual de una crisis que se avecina y una escasez de recursos?
Los dos próximos años van a ser inestables. La parte de chips creo que se va a solucionar, aunque se requiere su tiempo. Ya están proyectadas cuatro superfábricas en EEUU y dos en Europa. La inversión es enorme, teniendo en cuenta que una planta de chips cuesta unos 20.000 millones de dólares. La guerra va a seguir generando una inestabilidad en cuanto a precios y suministro.
¿Cómo ha ido el ejercicio 2022 para Compusof?
Nos ha ido muy bien. Pensamos que el próximo año va a ser muy parecido al actual porque van a seguir fluyendo los fondos europeos. La incógnita es qué va a hacer el siguiente Gobierno, pues son de prever recortes. En el sector privado, creemos que las multinacionales van a seguir invirtiendo, pero las pymes van a ralentizar su gasto en tecnología, por prudencia.
¿No percibe una regresión digital en un momento que las Big Tech están en plena reestructuración?
A mediados de año todas las tecnológicas sufrieron una corrección de su valor en bolsa, con una caída del orden del 30%. Estaban valoradas en algunos casos a 20 veces sus ganancias, un multiplicador excesivo. En otros sectores el multiplicador oscila entre el 5 y el 7.