En los últimos años las empresas han tenido que adaptarse a muchos cambios. Ante tanta incertidumbre, ¿cómo pueden los CIOs y sus equipos hacer planes a largo plazo? La solución, sin lugar a dudas, será contar con una infraestructura flexible que ofrezca un servicio bajo demanda.
Los servicios en la nube están diseñados pensando en la agilidad y en un modelo «basado en el consumo» desde el principio. Cada vez más, las empresas están acostumbradas a pagar por lo que necesitan y a poder reducirlo cuando no haga falta. El problema está en la red, ya que muchas empresas siguen atrapadas en un sistema anticuado: presupuestos elaborados a mano, formularios y procesos que consumen mucho tiempo… todo ello con contratos estáticos de larga duración que obligan a anticipar qué van a necesitar en el futuro. O peor aún, a pagar más de lo que necesitan.
La red bajo demanda permite a las empresas tener el control de sus conexiones. Los clientes pueden ajustar el ancho de banda, ampliarlo y reducirlo cuando dejen de necesitarlo, pagando así el servicio mínimo en los momentos en los que la necesidad es menor. Esto permite que las compañías ahorren tiempo y dinero, siendo más productivas y eficientes.
Este tipo de red también facilita una mejor respuesta ante cambios o imprevistos, responder a nuevas circunstancias, acontecimientos estacionales o grandes eventos que reúnan a una gran cantidad de personal en la oficina. Sea como sea el cambio, todas y cada una de las partes de la infraestructura deben poder ampliarse o reducirse rápidamente para adaptarse a las necesidades del momento.
Esta estructura digital es la base de cualquier empresa conectada. La estructura ágil incluye: la red, la computación y el almacenamiento y, después, las aplicaciones y las plataformas en la nube que mantienen al negocio en marcha y a sus empleados conectados. Sin esta base, las empresas no pueden funcionar ni dar servicio a sus clientes.
Actualmente las empresas que invierten en infraestructura digital la utilizan para diferenciarse de la competencia: les ayuda a innovar más rápido, a prestar un mejor servicio y a reaccionar rápidamente ante los cambios. Una infraestructura digital proactiva puede beneficiar a numerosas empresas, desde una tienda que vende mucho durante la época navideña hasta una start-up que está empezando y organiza reuniones internacionales una vez a la semana.
El sistema antiguo, en el que firmas un contrato fijo para los próximos tres o cinco años, está obsoleto. Por ello, las empresas del ecosistema de la infraestructura digital han cambiado las reglas del juego. Una mayor capacidad de respuesta y destreza digital son fundamentales para superar el desafío actual.