Cuando la crisis estalló y fuimos confinados, las prisas y el miedo por una posible pérdida de productividad en las organizaciones relegó a un segundo plano a la seguridad y la protección de ese nuevo ecosistema tecnológico que se estaba desarrollando.
Justo un año después, nos encontramos en un entorno distribuido, fuera del perímetro que tanto se había protegido, con nuevas amenazas, sistemas vulnerables y poco conocidos, al que esta pandemia ha hecho que nos lancemos de cabeza y con los brazos abiertos.
La superficie de exposición actual es mucho mayor de lo que lo había sido días, semanas, meses y años atrás. El acceso remoto para teletrabajar con sistemas e infraestructuras de back-end, el acceso VPN continuado desde equipos corporativos poco protegidos y desde los dispositivos personales, el aumento del uso de tecnologías en la nube, los servicios de escritorio virtual para acceso remoto, la introducción de herramientas colaborativas y aplicaciones de videoconferencia, entre otros muchos, dejan nuestra seguridad expuesta debido a una protección descuidada por la premura que exigían los inesperados acontecimientos.
Y sorpresa, sorpresa… Ahora estamos presenciando cómo los ciberdelincuentes son tan conscientes de todo esto como nosotros y aprovechan para aumentar sus ataques explotando las vulnerabilidades que presentan estos nuevos entornos, hasta hace poco desconocidos en muchos casos. Además, ahora no solo atacan a las grandes empresas ya maduras en materia de ciberseguridad, sino que se han dado cuenta de que las pymes, enormemente desprotegidas, son un blanco mucho más fácil y rentable.
El aumento en la cantidad, la complejidad y la creatividad de los ciberataques, reitera la necesidad de la automatización, orquestación, visibilidad de la red y control del punto final, al mismo tiempo que pone en relevancia, quizá más que nunca, el papel del analista de ciberseguridad. El uso de su intuición y experiencia sigue siendo un punto clave en la mitigación de los riesgos más críticos y complejos tanto en las grandes multinacionales como en las pequeñas empresas. Por desgracia, contar con este tipo de personal de forma interna, presenta costes altos. Así, la ciberseguridad administrada, gestionada y como servicio, ofrece una alternativa asequible y confiable que permite dedicar los máximos recursos y esfuerzos al propio negocio.
Además, el incremento de la complejidad tecnológica y la amalgama de soluciones heterogéneas de ciberseguridad adquiridas por las empresas, que en demasiadas ocasiones no están orquestadas ni integradas entre ellas, supone una amenaza también muy preocupante en términos de efectividad, eficiencia y aprovechamiento de recursos. Dejar la ciberprotección en manos de un único proveedor experto de servicios gestionados que cuente con una plataforma totalmente integrada reduce el esfuerzo de trabajo, aumenta la eficiencia tecnológica y genera un mejor ROI.
La ciberseguridad gestionada no está ya solo reservada para las empresas con los mayores presupuestos si no que, cada vez más, la pyme reconoce las ventajas de este tipo de servicios tras el cambio al teletrabajo y se beneficia de soluciones adaptadas a sus necesidades y capacidad de inversión.
Servicios y tecnologías como la inteligencia de amenazas, la IA, el aprendizaje automático, la orquestación y las técnicas de análisis de amenazas más avanzadas, que permiten analizar, gestionar, identificar, solventar e incluso anticipar amenazas rápidamente, son ahora más accesibles que nunca.
La externalización de servicios de ciberseguridad, sin importar el tamaño o sector de la organización, proporciona una buena relación calidad/precio, ya que da acceso a un mayor nivel de seguridad y al personal con el talento, conocimiento y experiencia necesarios.
Desde el CiberSOC de ICA Sistemas y Seguridad, ayudamos a grandes, medianas y pequeñas empresas a cambiar su enfoque para asegurar la mayor protección posible de sus sistemas en este nuevo entorno más distribuido y expuesto. Nos hacemos cargo de la gestión y monitorización de los sistemas y de la respuesta inmediata durante el ciclo completo de vida de un ciberataque para conseguir alcanzar las cotas más altas de protección.