El Mobile World Congress ha vuelto a Barcelona, y con él las novedades tecnológicas vuelven a estar de actualidad. Desde cómo viviremos y trabajaremos con la inteligencia artificial (IA) hasta las oportunidades que nos traerá el 6G, en esta feria se está redefiniendo las reglas de juego de la sociedad y de la economía digital. Un juego que vale alrededor del 23% del PIB de España, tal como lo muestra un estudio reciente de la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital).
Las aplicaciones digitales y basadas en Internet son la base para un futuro prometedor. Por un lado, las aplicaciones de datos basadas en IA, los modelos colaborativos de negocio y la internet inmersiva garantizarán la prosperidad del mañana, y por otro lado, la infraestructura actual no es suficiente para las aplicaciones del futuro, porque la velocidad a la que habrá que intercambiar datos hará de una métrica la moneda de toda economía digital: la latencia.
En la Internet del futuro, los dispositivos deben ser capaces de transferir más y más datos, de forma más rápida. Por lo tanto, ¿qué se necesita para la próxima generación de Internet? Se trata de una colaboración a gran escala centrada en los clientes y las aplicaciones. Y no sólo entre la red y el usuario, sino también entre las propias redes. El objetivo: una infraestructura densa, distribuida e interconectada a nivel global. Una infraestructura con futuro, porque puede conectarse a la red de forma neutral y abierta mediante servicios de interconexión. Esto crea una sólida red de malla que puede proporcionar recursos informáticos y de almacenamiento con la agilidad que requieren la sociedad y la economía, desde la nube hasta la sala de servidores de una fábrica, pasando por la diminuta unidad del ordenador de a bordo de un coche inteligente.
Dado que la digitalización afecta a todas las empresas, solo tendrá éxito si, como industria, resolvemos los retos de manera colaborativa, ya sea como socio, proveedor o prestador de servicios de Internet. Sólo si hoy establecemos de antemano los requisitos tecnológicos, estaremos equipados para los próximos años de progreso digital. Y sólo entonces la internet inmersiva será un éxito sensorial y económico. El potencial está ahí: según un análisis de Statista, se espera que el metaverso genere ventas de 468.000 millones de euros en 2030.